El narrador de "Memorias de un homicida", es un anciano que rememora sus años de infancia y adolescencia, sus experiencias traumáticas en la escuela y en un internado de religiosos, sus reacciones violentas y, más detenidamente, sus amores y desamores de juventud y su enfrentamiento con un muchacho de su edad para cuya familia trabaja y de la que depende por entero.
"Memorias de un homicida" la última novela de José María Vaz de Soto, después de cuatro años de sequía, destapa el frasco de la memoria colectiva. Una novela social y memorialística que aglutina en sí misma toda la estética del autor. Imprescindible, para no dejar en el olvido acontecimientos que han marcado nuestra herencia. "Memorias de un homicida" es el drama como parte insoslayable de la vida.
Fernando Sánchez Dragó ha dicho de Vaz de Soto: "Es uno de los mejores novelistas existentes en un país donde las buenas novelas son tan raras como los tréboles de cinco hojas... Vaz de Soto se inscribe en la órbita de lo que los críticos, obsesionados siempre por la búsqueda del trágala de la taxonomía, definen como novela intelectual o de ideas... nos brinda Vaz de Soto, una cavilación sobre la muerte en todas sus variantes posibles: el fallecimiento por causas naturales, el suicidio, la eutanasia, el asesinato..."
Cuando lo que prima en el panorama letreril es la pedantería o la incompetencia, el lenguaje de Vaz de Soto, en esta novela, es abrumadoramente natural y sencillo, con una cadencia que nos atrapa y nos obliga a dejarnos llevar por el realismo elegante que destapa nuestra memoria. Sí, la colectiva e histórica en el espejo de las circunstancias del protagonista.
No estamos ante una novela negra, ni siquiera negra rural del tipo García Pavón con su Plinio, o más actual del tipo Antonio Lozano con su “Preludio para una muerte”. En “Memorias de un homicida” ruralidad no falta, ese ambiente apartado de las ciudades y que convive a retazos con el asfalto, que envuelve a Andalucía… a toda la península; y más aún en el momento en que arranca la acción. La mocedad de un protagonista anciano, ya bonancible que narra en primera persona una parte de su vida.
Existirá siempre una España oscura, repleta de crímenes rurales, los más mediáticos y traumáticos, tal vez por lo cercano. Hay que acordarse del crimen de Puerto Hurraco en Badajoz, o más cercano en el tiempo el crimen de Fago en el pirineo oscense. Por qué será que lo negro nos conmueve más en el monte que en las calles del viejo Madrid o Barcelona… acaso porque son iguales a las calles de Nueva York o San Francisco, tantas veces asimiladas a la oscuridad, donde creemos que habita lo negro en contraposición al bucolismo que al romperse nos plancha el cerebro.
José María Vaz de Soto, se anticipa a la trama desde el futuro y se antepone a la maldad, como si esta encontrara el caldo de cultivo puertas a fuera del individuo. Sus circunstancias, las de los otros como eslabón necesario a nuestro devenir ¿Justificación? La novela puede sorprender, en este aspecto, a más de uno. Neoexistencialismo, tan de moda y necesario para construir personajes de gran peso, sacados de la más absoluta nada. Y memoria histórica como se ha referido con anterioridad; pero la de verdad, que mierda había en los dos bandos aunque en uno hubiera más mierda que en otro. En “Memorias de un asesino” está la guerra civil, lo que llegó después, lo de ahora y lo que vendrá; como una protomemoria de la que no debemos prescindir.
La última novela de Vaz de Soto es un testamento vital, un vagón donde se acomodan los pensamientos sin prejuicios; y el compendio de la razón de la maldad, por eso transciende la novela negra para hacernos entender y demostrar muchas cosas. La sabiduría de este genial onubense enriquece el panorama actual de las letras huyendo de la banalidad que todo lo envuelve, en un momento donde se han desmoronado tantos valores, donde las cosas ya no valen lo que deberían por lo que son. Ahora, vivimos la época de la fetidez. Gracias a Vaz de Soto por esta obra imprescindible, darnos una brizna de esperanza cuando deja caer en sus palabras lo que esperamos no volver a ser, ni hacer, después de tantos errores y desgracias.
JOSÉ MARÍA VAZ DE SOTO, Paymogo (Huelva), 1938; es uno de los novelistas españoles más
importantes del último cuarto del S.XX y principios del XXI. Catedrático de Lengua y Literatura. Ha sido profesor en Madrid, Burdeos, Mulhouse, Cuenca, Vitoria y Sevilla. Colaborador literario de diversos periódicos y revistas nacionales: "Triunfo", "El País", "Cambio 16", "Diario 16", etc. Columnista del diario "El Mundo" de Andalucía. Entre su vasta obra destaca "El infierno y la brisa", finalista del premio Alfaguara de Novela y llevada al cine con el título "¡Arriba Hazaña!" protagonizada entre otros por Fernando Fernán Gómez, Héctor Alterio y José Sacristán. Destacan los siguientes reconocimientos literarios: Finalista del Premio Ateneo de Sevilla, por "El precursor". Premio Puerta de Oro de Cuento, por "En esta ciudad". Premio Andalucía de Novela, por "Despeñaperros". Premio Andalucía de la Crítica, por "Perros ahorcados". Además de una tetralogía de novelas dialogadas, en sus últimas obras encontramos la novela negra, a la que ha dedicado varios títulos como: "Síndrome de Oslo" o "Perros ahorcados". Su última novela antes de "Memorias de un homicida" es "Sevilla, estación Términus" de 2009. Sus libros se encuentran publicados en las editoriales más prestigiosas, como: Planeta, Argos-Vergara, Edhasa, Akal, Espasa-Calpe o Algaida. (Fotografía de Moises Fernández Acosta).
Ficha:
Título: Memorias de un homicida
Autor: José María Váz de Soto
Editorial: Amarante.
Edición, ebook, marzo 2013.
1ª Ed. impresa, abril 2013, págs: 260.
Web: editorialamarante.es
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