Si buscamos al artista puro, lo encontramos en Miguel Ramos. Silencioso y apartado de los circuitos tradicionales del arte, del mercadeo vulgar que prostituye a los artistas.
Nace en Salamanca, 1958. Estudia dibujo y pintura en la prestigiosa Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy, fue su maestro principal Miguel Angel Gasco. Posteriormente estudia Diseño en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Salamanca. En 1986 obtiene el primer premio “San Eloy” de la escuela de pintura, finalizando sus estudios de manera brillante. También fueron sus maestros Zacarías González y Joaquín Secall.
Es uno de los fundadores del Grupo Huella, junto a los pintores Carlos R. Rosillo, Jesús Barbero y Concepción Rollán. El grupo inicia una andadura hasta finales de los noventa con exposiciones colectivas en varias provincias de Castilla y León, y alguna exposición en solitario. Viajan juntos a París, y otras ciudades. Pretenden en aquel momento una pintura romántica, con una visión simplificadora de la obra de arte, donde las veladuras envolventes y cálidas dejan entrever la mera insinuación del objeto; esto lo descubrimos en la primera época del pintor.
Miguel Ramos ha evolucionado convirtiendo aquellas veladuras en texturas y en “arquitecturas interiores” como denomina la obra en la que ahora trabaja. En estos interiores encontramos los ángulos muertos, los rincones del Ser que podemos compartir también en los espacios habitados.
Ha declarado en alguna entrevista, que el artista que más le ha interesado estos últimos años es Mark Rothko, pero ahora estudia más los fondos, las partes de la pintura que menos se observan, le obsesionan los fondos de Modigliani por ejemplo. También se concentra más en la personalidad de los artistas, quiere llegar a entender sus conflictos y emociones, lo que les llevó a hacer aquello.
Miguel Ramos, dice que nos sorprendemos con el ciberarte, con el arte virtual, el performance, el arte de la calle, etc. Pero cree también que vivimos momentos faltos de inspiración y creatividad. Sin criticar ningún movimiento, opina que el arte se está diluyendo entre tantas tendencias. Después de un posmodernismo que nos lleva al vacío, Miguel Ramos quiere volver a las dos dimensiones, a los orígenes. De ahí la pintura que está haciendo.
Reutiliza materiales, compra fotografías de cuadros, o cuadros vulgares y los destruye, en ellos queda un fondo que utiliza para trabajar después. Utiliza ceras, pasteles, pigmentos puros. Papeles para engomarlos, telas viejas. Y le gusta ahora pintar sobre papeles vulgares. El óleo lo apartó hace tiempo de sus apetencias. Le atraen más los materiales baratos y simples.
Le encontramos trabajando, en Salamanca, en el taller de la pintora y restauradora Natalia Quiroga, donde bucea en texturas más "matéricas" fruto de su actual obra. Comenzó en 2010 con su serie "arquitectura interior", pinturas y dibujos que van desde la abstracción sugerente y colorista hasta la mera insinuación poética. Sus dibujos actuales, tan sutiles, parecen hechos con el cuerpo de una medusa, y los colores, como diría un cocinero de última hora, la deconstrucción del campo meseteño donde habita, esa Castilla Castilla machadiana.
Todas las fotografías están sujetas a derechos de propiedad intelectual.
Copyright Miguel Ramos, 2012. Las dos primeras de las series "Arquitectura Interior 2010" y las cinco últimas de la serie "Dibujos 2012"
(No publicarlas sin consentimiento del autor).
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